El discurso mediático responde a la actualidad y a la relevancia, pero también al establecimiento de una gradación entre los protagonistas de las noticias. El Informe sobre migraciones internacionales de Naciones Unidas (2019) señala que el número de migrantes a nivel global ha ascendido a 272 millones de los que el 48% son mujeres. Sin embargo, ellas apenas ocupan espacio en las informaciones publicadas en los medios y no son objeto de atención por parte de la opinión pública.
Desde Comunicación y migraciones, no obviamos estos datos y dentro de nuestra línea de investigación las mujeres y su presencia en los medios de comunicación españoles siempre nos ha interesado y hemos querido señalar de qué manera se ha ido generando una imagen desvalorizada de la mujer migrante al vincularla con aquellas noticias con consecuencias negativas: desempleo, violencia de género, trata de personas, delincuencia. La mujer inmigrante es la víctima en la relación de pareja y también la madre que llega en patera.
Las mujeres son los sujetos que reciben o provocan la violencia y que no son capaces de generar informaciones positivas por sí mismas, sino que se presentan como un colectivo con características interrelacionadas. Nuevamente estereotipos que distorsionan la realidad y que reducen las muchas actividades que realizan en favor de la sociedad las mujeres migrantes como personas individuales.
En definitiva, la mujer inmigrante se presenta como sujeto marginal; no como una persona que participa de la sociedad de acogida y que contribuye de una manera positiva en ella. Son excepcionales los reportajes sobre historias de superación o de integración. La sociedad española sigue siendo prejuiciosa y no existe una visibilidad social de las mujeres en general y de las mujeres migrantes en particular y, en consecuencia, tampoco en la cobertura mediática.